#24 Guillermina Baiguera | Artista visual – bordado

Episodio #24 Temporada 3

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Guillermina aclara que en su familia no había bordadoras, ni bordadores. Pero el destino quiso que un día a sus 20 años -ya no recuerda cómo- llegara el bordado a su vida, y diera un golpe de timón. Dejó una carrera que la había desilusionado: el diseño gráfico, y se dedicó de lleno a pasar horas creando con hilo y aguja, descubriendo en el bordado su medio de expresión.

Nacida en Villegas, en la provincia de Buenos Aires, vivió entre el 2002 y 2005 en Nueva York, allí fue donde bordó mucho y empezó a mostrar su trabajo por primera vez. En 2007, de regresó a Buenos Aires, fundó la galería Formosa, un proyecto independiente de difusión del arte local pero ante todo «un espacio de transmisión de conocimiento donde rescatar, valorar y hacer visibles prácticas en desuso que no responden a los circuitos comerciales o institucionales del arte fueran sus premisas». Allí, también, es donde comenzó a su tarea docente, labor que viene realizando desde hace más de 10 años, tanto en Argentina como en el exterior. «Soy autodidacta del bordado. Mi formación proviene de carreras no terminadas de la Universidad de Buenos Aires, de talleres de artistas y de la astrología», señala Guillermina.

En 2014, creó la editorial (FE) Formosa Ediciones, dedicada a las artes y los oficios. Publicó el primer título “Manual” ese mismo año, del cual es autora. En 2018, participó de la muestra colectiva “Espejo de tela”, en el Museo MAR, de la ciudad de Mar del Plata, curada por Constanza Martínez.

En más de dos décadas, Guillermina pasó de mirar y estudiar cientos de libros de bordados, a crear su propia técnica, y estar experimentando con cada trabajo. Confiesa que en algún momento se cansó de bordar, pero “no pudo dejar de hacerlo”, esto generó el desafío de bordar sin tela. Empezó a trabajar con cerámicas, y con soportes que le permitieron generar un tejido. O sus “desbordados”, cuando borda y luego lo deshace, trabajando con las diferentes cicatrices y marcas que cada punto deja en la tela. «Valoro los estados de contemplación e improductividad aparente. El bordado es una herramienta poderosa que utilizo para dar sentido a esta compulsión que me conecta con los universos que me importan de verdad», afirma sobre su arte.

 


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